viernes, 3 de junio de 2011

Personajes de la Mitologia Salvadoreña!

La Siguanaba

Es una leyenda o mito salvadoreño que cuenta de una aparición en forma de mujer con rostro cubierto por una cabellera espesa, negra-gris, brazos blancos con manos finas, amarfiladas, dedos largos y delgados con uñas brillantes y puntiagudas.

Cuenta la leyenda que La Siguanaba o Siguamonta solamente se les aparece por las noches en las veredas a hombres solteros o que viven con sus mujeres sin casarse, a los niños y viejitos, cuando no portan medallas, cruces o escapularios benditos.

Para evitar que este espíritu se aparezca, aconsejan llevar en el bolsillo izquierdo un pedazo de tela de color rojo, colocar en el sombrero una cruz de alfileres o decirle a la aparición: "María, tomá tu pata de gallina", o "Comadre, aquí está tu purito".

El Cipitío
El Cipitío es hijo de la Siguanaba y es un personaje muy conocido de las leyendas salvadoreñas.

Es un cipote o niño de aproximadamente siete años, de piel blanca y barrigón que usa un sombrero muy grande sobre su cabeza. Cuando hace sus apariciones en las noches actúa como un espíritu burlón, riéndose mucho, bailando alrededor de la víctima y dejando siempre los rastros finos de sus piececitos.

El Cadejo El Cadejo es un perro blanco con ojos rojos como brasas y hocico puntiagudo, el cual forma parte de las leyendas salvadoreñas.

Cuentan que se aparece a la media noche y sus pasos suenan como cascos de cabro. A diferencia de otras apariciones, el Cadejo aparece para proteger de cualquier peligro al caminante, hasta el punto de pelearse con el Cadejo negro que supuestamente es el mismo demonio encarnado en un perro negro.

El Duende
El Duende es un espíritu enamorado que siempre busca a las mujeres jóvenes y bonitas, a las cuales no deja en paz hasta que hacen algo desagradable para él, como no bañarse o hacer cosas antihigiénicas.

Este espíritu no deja tranquila a la muchacha bonita que escoge por medio de ruidos por las noches, brisas y aromas, hasta causar que se quede solterona. Pero en cuanto la joven realice actividades antihigiénicas el Duende se retira no sin antes causar un ruido estruendoso y soltar una carcajada.

La Carreta Bruja o Carreta Chillona
Es una historia que supuestamente sucedió en un pueblecito situado en las faldas noroeste del Cerro Santa Catalina, San Esteban, del Departamento de San Vicente.

Los lugareños creían en toda la gama fantasmagórica de la rica mitología salvadoreña, tal como la Siguanaba, el Cipitío, el Duende, etc.


Esta Carreta Bruja le apareció a una mujer chismosa llamada Cirinla. Era una carreta del tamaño normal sin bueyes, pero en las puntas de los palos que componían el estacado llevaba una calavera humana con grotesca mueca de sonrisa. La carga de la carretera consistía en un promontorio de cadáveres decapitados que se retorcían como tentáculos de mil pulpos.

Los arrieros, en vez de cabeza tenían un pequeño manojo de zacate. En la mano izquierda aseguraban una puya y en la mano derecha el mango de enorme látigo negro. Danzaban y tiraban latigazos sobre los cuerpos, gritaban y mencionaban los nombres de todas las personas en el pueblo que eran conocidas como mentirosas, falsas e hipócritas. Y mientras decía los nombres, los chicotazos sonaban como estampidos de balazos en los lomos desnudos de los cuerpos torturados.

Era tal la curiosidad de Cirinla que cuando escuchó el ruido de la Carreta Bruja salió de su casa a verla y su espanto fue tan grande que al día siguiente amaneció muerta encima de un charco de su propia sangre de curiosa, chismosa, revoltosa, criticona y juzgona. Y desde entonces la Carreta Bruja ya no se escuchaba rodar sobre el suelo empedrado de las calles del apacible pueblecito.